cuidando nuestro planeta

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martes, 3 de mayo de 2011

Ética Ambiental

ÉTICA AMBIENTAL

Ética Ambiental. - La preocupación creciente sobre las relaciones entre ética y ambiente o sostenibilidad, viene extendiéndose en múltiples escenarios, no sólo como desarrollo teórico o conceptual, sino como lineamientos y orientación para la actuación de las corporaciones y organizaciones en general, incluyendo por cierto las académicas. La proliferación de códigos de ética sobre la sostenibilidad o de responsabilidad socio ambiental, viene “marcando el rumbo (vg “cambiando el rumbo: Declaración del empresario mundial para el desarrollo sostenible 1992), en muchas empresas y debería igualmente manifestare en las entidades públicas en todo nivel (nacional, regional, local).

El riesgo sin embargo radica en que este discurso se transforme en un lugar común o vacío, en un contexto meramente de marketing o de moda. Las tareas y la operativización de los postulados ético ambientales, deben implicar también mecanismos de seguimiento, observación, en buena cuenta de participación e información ciudadana que de alguna manera garanticen o eviten la mera retórica. En tanto transformación de las prácticas y formas de concebir la actuación del hombre en su entorno, la ética ambiental supone intensos procesos educativos y axiológicos, no meramente formales. Se pueden enseñar cursos de ética o deontología (ambiental), pero ello no garantiza la “reconversión” por el contrario su conocimiento profundo pueden servir para saber ¿cómo transgredir esos códigos ?. Cabe resaltar que en la PUCP cada vez más crecen los espacios en que se inserta esta dimensión ético ambiental, no obstante todavía hay mucho que hace.
(Pierre Foy Valencia).

Manifiesto por la vida: Por una ética para la sustentabilidad

La ética de la sustentabilidad es una ética del ser y del tiempo. Es el reconocimiento de los tiempos diferenciados de los procesos naturales, económicos, políticos, sociales y culturales: del tiempo de la vida y de los ciclos ecológicos, del tiempo que se incorpora al ser de las cosas y el tiempo que encarna en la vida de los seres humanos; del tiempo que marca los ritmos de la historia natural y la historia social; del tiempo que forja procesos, acuña identidades y desencadena tendencias; del encuentro de los tiempos culturales diferenciados de diversos actores sociales para generar consultas, consensos y decisiones dentro de sus propios códigos de ética, de sus usos y costumbres.

La vida de una especie, de la humanidad y de las culturas no concluye en una generación. La vida individual es transitoria, pero la aventura del sistema vivo y de las identidades colectivas trasciende en el tiempo. El valor fundamental de todo ser vivo es la perpetuación de la vida. El mayor valor de la cultura es su apertura hacia la diversidad cultural. La construcción de la sustentabilidad está suspendida en el tiempo, en una ética transgeneracional. El futuro sustentable sólo será posible en un mundo en el que la naturaleza y la cultura continúen coevolucionando.

La ética de la sustentabilidad coloca a la vida por encima del interés económico-político o prácticoinstrumental. La sustentabilidad sólo será posible si regeneramos el deseo de vida que sostiene los sentidos de la existencia humana. La ética de la sustentabilidad es una ética para la renovación permanente de la vida, donde todo nace, crece, enferma, muere y renace. La preservación del ciclo permanente de la vida implica saber manejar el tiempo para que la tierra se renueve y la vida fl orezca en todas sus formas conviviendo en armonía en los mundos de vida de las personas y las culturas.

 La ética de la sustentabilidad se nutre del ser cultural de los pueblos, de sus formas de saber, del arraigo de sus saberes en sus identidades y de la circulación de saberes en el tiempo. Estos legados culturales son los que hoy abren la historia y permiten la emergencia de lo nuevo a través del diálogo intercultural y transgeneracional de saberes, fertilizando los caminos hacia un futuro sustentable.

La ética para la sustentabilidad es una ética del bien común. Este Manifi esto ha sido producido en común para convertirse en un bien común; en este sentido, busca inspirar principios y valores, promover razones y sentimientos, y orientar procedimientos, acciones y conductas, hacia la construcción de sociedades sustentables.

Este Manifi esto no es un texto defi nitivo y acabado. La ONU, los gobiernos, las organizaciones ciudadanas, los centros educativos y los medios de comunicación de todo el mundo deberán contribuir a difundir este Manifi esto para propiciar un amplio diálogo y debate que conduzcan a establecer y practicar una ética para la sustentabilidad.

Ética y sostenibilidad

Etica y ambiente en relación con lo económico y social
El desarrollo sostenible no impide el crecimiento económico. Supone la transformación de los métodos de producción y de los patrones de consumo y que se sustenta en el equilibrio ecológico y el soporte vital de las regiones. El Consejo de la Tierra ha dimensionado el Desarrollo Sostenible desde un ángulo interdisciplinario, el económico, el sociocultural y el ambiental, uno y otro incide sobre los demás. En esa vía, la Carta de la Tierra aboga por patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario.

Todo partido, todo gobierno y todo parlamentario debe asumir independientemente de su signo, la erradicación de la pobreza como imperativo ético, social y ambiental. Esto debe asegurarse con actividades e instituciones económicas que promuevan el desarrollo humano de forma equitativa y sostenible.

Otro aspecto que debe ser compatible en los compromisos éticos es el avance científi co que debe ser acompañado de dominio de la naturaleza, sin lacerarla, que brinde progreso económico. Se trata de abordar los problemas socio-económicos complejos bajo la perspectiva socio-ambiental. Las ciencias y la economía en el marco del nuevo ethos encarna políticas alternativas que no modifi quen sobremanera los sistemas naturales, a menudo irreversibles, procesos que han tomado millones de años, y que paradójicamente en cuestión de un siglo, con la “modernización”, se han visto amenazados.

Este ethos tiene vinculación con lo que la Carta de la Tierra ha denominado “integridad ecológica”, que incluye “Adoptar, a todo nivel, planes de desarrollo sostenible y regulaciones que permitan incluir la conservación y la rehabilitación ambientales, como parte integral de todas las iniciativas de desarrollo.”

La crisis medioambiental demanda una nueva ética global

El coste que para la salud pública supone el cambio climático será mayor en aquellas áreas del mundo que menos han contribuido a agravar el problema, lo que sin duda genera un grave dilema ético que el mundo desarrollado debe afrontar. Esta es la conclusión que se deriva de un estudio cuyos resultados ha publicado la revista Eco- Health de la International Association for Ecology and Health, y que ha estado liderado por Jonathan Patz, científi co de la Universidad estadounidense de Wiscosin-Madison y miembro durante
una década del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas.

Los investigadores señalan que los efectos del cambio climático recaerán de manera desproporcionada sobre las partes más pobres del mundo, señala la universidad de Wisconsin-Madison en un comunicado. Pero no son ellos precisamente los que han generado el problema Nuestro enorme consumo energético está produciendo una gran cantidad de enfermedades en lugares muy remotos para nosotros, afi rma Patz en dicho comunicado. Existen muchas enfermedades graves sensibles al clima, y que se transmiten con mayor rapidez y virulencia como consecuencia de nuestra acción sobre el medio ambiente.

Un asunto moral

Con el nuevo estudio realizado por Patz, se empiezan a cuantifi car científi camente aspectos del cambio climático que adquieren una dimensión ética. Y demuestra lo que, algunos especialistas, entre los que se incluye al Premio Nobel de la Paz, Al Gore, llevan argumentado desde hace algún tiempo: que la crisis del calentamiento global no es un asunto político, sino moral.

Patz ha cuantifi cado la dimensión ética del cambio climático midiendo las emisiones per capita de dióxido de carbono y comparando estos datos con la presencia de enfermedades relacionadas con el clima en las zonas más afectadas del mundo. Los resultados han demostrado un enorme contraste entre lo que padecen aquellos países que han provocado el cambio climático y aquéllos que sufren el impacto de éste.

Los estadounidenses, por ejemplo, producen una cantidad de dióxido de carbono seis veces mayor que la media global (un 25% del total del planeta) pero disfrutan de un riesgo relativo signifi cativamente menor de sufrir los efectos de su propia contaminación que el resto del mundo. Los cambios en los patrones de aparición y propagación de las enfermedades sugieren que el mundo desarrollado debe empezar a buscar soluciones equitativas que protejan en primer lugar a los grupos de población más vulnerables. Según Patz, “muchas de estas enfermedades sensibles al clima afectan a los niños. En el mundo desarrollado necesitamos reconocer hasta que punto nuestra forma de vida está imponiendo un impacto negativo a las naciones pobres y, especialmente, a sus niños”.

Mujeres y niños

Los mapas del estudio de Patz y sus colaboradores que reproducimos en Tendencias, que publican la Universidad de Wisconsin-Madison, refl ejan visualmente el problema: el de arriba representa el tamaño de cada país según su nivel de emisiones de CO2, mientras que en el de abajo el tamaño aumenta a medida que se incrementa el riesgo de padecer enfermedades derivadas (o empeoradas) por cambio climático.

De esta forma, queda claro que los que sufrirán más los efectos de una mala gestión energética y de emisiones de los países más desarrollados serán las regiones más pobres y desfavorecidas de la Tierra y, dentro de esas regiones, los niños y las mujeres serán los que se vean más afectados.

El estudio de EcoHealth alerta por otro lado de que las soluciones potenciales para los problemas de suministro energético del planeta exacerban negativamente el impacto del calentamiento global sobre la salud. En particular, el informe cita la generalización del uso de los biocombustibles, que podría ocasionar otros problemas, como la aceleración de la deforestación, que afectaría al suministro y a los precios de los alimentos, es decir, a los más pobres.

Ética en la frontera. Medio ambiente. Ciencia y técnica. Economía y empresa

En la fi losofía práctica contemporánea se perciben síntomas de agotamiento, esterilidad y cansancio. Se escuchan voces que reclaman con insistencia un retorno, desde una ética de principios, imprescindible, a una ética aplicada a las situaciones concretas de la vida. Se habla de un nuevo giro de la fi losofía práctica.

Después del giro lingüístico, predominante en la refl exión hacia mediados de la pasada centuria, y después del giro pragmático, imperante durante las últimas décadas, estamos asistiendo a una giro aplicado, que desde hace algunos años remueve con intensidad las aguas de la refl exión moral.

Los autores del presente volumen pretenden no sólo detectar problemas emergentes bajo el impacto de la civilización tecnológica en la ética medioambiental, en la tecnoética, en la economía y la información y en la convivencia democrática, sino también ofrecer encuadres de racionalidad para las tomas de decisión sobre los mismos.


Desarollo Sostenible

DESARROLLO SOSTENIBLE
¿Qué es el desarrollo sostenible?
Se llama desarrollo sostenible aquél desarrollo que es capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y posibilidades de las futuras generaciones. Intuitivamente una actividad sostenible es aquélla que se puede mantener. Por ejemplo, cortar árboles de un bosque asegurando la repoblación es una actividad sostenible. Por contra, consumir petróleo no es sostenible con los conocimientos actuales, ya que no se conoce ningún sistema para crear petróleo a partir de la biomasa. Hoy sabemos que una buena parte de las actividades humanas no son sostenibles a medio y largo plazo tal y como hoy están planteadas.
Esta definición es la del informe de la Comisión Brundlandt. La señora Brundlandt es la primera ministra de Noruega y el año 1990 recibió el encargo de la ONU de redactar un primer informe para preparar la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro dos años más tarde.
Hay otras definiciones también interesantes como la que proponen D. Pearce, A. Markandya y E.B. Barbier, en la cual se establece que en una sociedad sostenible no debe haber:
  • un declive no razonable de qualquier recurso
  • un daño significativo a los sistemas naturales
  • un declive significativo de la estabilidad social
Otra definición se debe a H. Daly. Esta persona propone que una sociedad sostenible es aquélla en la que:
  • los recursos no se deben utilizar a un ritmo superior al de su ritmo de regeneración,
  • no se emiten contaminantes a un ritmo superior al que el sistema natural es capaz de absorber o neutralizar,
  • los recursos no renovables se deben utilizar a un ritmo más bajo que el que el capital humano creado pueda reemplazar al capital natural perdido. Concretando esta definición en un caso práctico, el de los combustibles fósiles, significa que se tiene que utilizar una parte de la energía liberada para crear sistemas de ahorro de energía o sistemas para hacer posible el uso de energías renovables que proporcionen la misma cantidad de energía que el combustible fósil consumido.
Son tres formas de definir el desarrollo sostenible. La primera es la más simple, seguramente la que ha tenido más éxito, mientras que en la segunda y la tercera se complican los razonamientos.
Hay que tener en cuenta que se trata de una definición estratégica de carácter conceptual y globalizadora, y se produce una notable dificultad al traducirla al día a día. Sin embargo, hay que hacer un esfuerzo para superar las dificultades de orden práctico que supone el principio ecologista del pensar globalmente y actuar localmente.
Principales retos que plantea el desarrollo sostenible
La incapacidad de la especie humana para vivir en armonía con el planeta, la gran interacción entre el hombre y el sistema natural, son los grandes problemas mediambientales de hoy. Hasta nuestros días, ninguna especie, excepto el hombre, ha conseguido modificar tan substancialmente, en tan poco tiempo, las características propias del planeta.
Así, se plantean los grandes problemas planetarios siguientes:
  • Superpoblación y desigualdades
  • El incremento del efecto invernadero
  • Destrucción de la capa de ozono
  • Humanización del paisaje
  • Preservación de la biodiversidad
  • La erosión, la desertización y la destrucción de la selva
Y a escala local:
  • El sistema productivo
  • El agua
  • Los residuos domésticos
  • Suministro energético
  • El sistema de transportes
Hacia un sistema de transportes sostenible
Nuestro sistema de transporte tiene dos grandes inconvenientes. En primer lugar que es un gran devorador de energía. En España el sector del transporte es responsable de más del 40% del consumo de energía primaria, situándose por encima del consumo industrial y del doméstico. El segundo gran inconveniente es la contaminación o el gasto social difuso que ocasiona: emisiones nocivas de gases y partículas a la atmósfera, ocupación en las ciudades de un bien escaso y caro como es el suelo público, accidentes, ruido, etc...
El transporte de pasajeros...
El transporte más eficiente es hoy en día el que menos ayudas recibe por parte de las administraciones públicas. Los sistemas eficientes son el transporte público de viajeros -ferrocarril, autocares y autobuses- y el sistema ferroviario para las mercancías. Los presupuestos de la Generalitat para 1995 continuan invirtiendo en carreteras en una relación de 4 a 1, en comparación con las inversiones en transporte público. En los presupuestos generales del estado pasa lo mismo. Sin embargo, en el sistema ferroviario español se ha demostrado que con un cierto nivel de inversiones es posible ganar viajeros. La apuesta clara por los trenes de cercanías y la introducción de servicios de alta velocidad en algunos trayectos interurbanos ha permitido que en1993, por primera vez en los últimos cincuenta años, el transporte por ferrocarril gane cuota de mercado en algunos corredores. El aumento se ha producido a costa de la carretera y del avión, dos de los sistemas de transporte más contaminantes y con efectos sociales y territoriales más indeseables. Todo ello, da una idea de las inmensas posibilidades del transporte ferroviario ( y también, naturalmente, de los autobuses y autocares) para contribuir a un sistema sostenible de transportes.
...y de mercancías
Respecto al transporte de mercancías, ha tenido que ser la creciente congestión de las autopistas europeas la que concienciase los poderes públicos de la necesidad de potenciar los sistemas ferroviarios. Hoy, por mencionar tan solo dos ejemplos, el túnel del Canal de la Mancha y la coordinación de los sistemas ferroviarios en toda Europa, abre grandes posibilidades a la potenciación del transporte de mercancías por ferrocarril en las relaciones supranacionales.
Las rondas fantásticas...
Pero es seguramente en las ciudades donde se manifiesta con toda la contundencia la insostenibilidad e insalubridad del sistema de transporte basado en la utilización intensiva del vehículo privado. No es necesario ir muy lejos para ver ejemplos de esta insostenibilidad. La construcción de las Rondas de Barcelona es un excelente "caso práctico". La construcción de esta vía de circunvalación fué presentada por los poderes públicos como la solución casi definitiva a los problemas de tráfico en el área metropolitana. Pero hoy tan solo tres años después de la inauguración de esta "maravilla olímpica", ya tenemos los primeros resultados; las rondas están colapsadas una buena parte de las horas del día y ha disminuido la velocidad media de circulación del centro de Barcelona. Actualmente, en muchas de las calles del centro de Barcelona mantener una conversación inteligible es un lujo, tan solo al alcance de los peatones nocturnos.
...y otras maravillas
Las rondas, lejos de ser una solución, son ahora un nuevo problema. Para intentar resolverlo la administración ha restringido la circulación de camiones y desviado el tráfico hacia otros itinerarios de circunvalación. Este es el resultado de la política equivocada de transporte que se pretende continuar: Cuarto Cinturón, vía interpolar, túnel de Horta, autopista por el margen izquierdo del Besòs, etc... Mientras, líneas de tren como la de Barcelona-Puigcerdà, la de Lleida-la Pobla de Segur o la de Manresa a Lleida, corren el riesgo de que cualquier día un juez las pueda clausurar por falta de seguridad.
El modelo económico
Todos los problemas planteados a escala planetaria y local tienen un denominador común y radican en el funcionamiento del actual sistema económico. El modelo hoy dominante es aquél que dice que la economía va bien cuando crece el producto interior bruto (PIB). Este modelo no tiene en cuenta cuánto cuesta a la colectividad en términos ecológicos y sociales el crecimiento de un punto del PIB. No tiene en cuenta que la capacidad de crecimiento económico es finita, ni tampoco tiene en cuenta las limitaciones del sistema natural que están llevando al planeta al infarto ecológico.
El PIB: un Producto Insostenible y Bruto...
El PIB es la vaca más sagrada de todas las vacas sagradas de la economía. El PIB mide el valor de las mercancías producidas. Cuanta más producción, más crecerá el PIB; cuanto más crezca el PIB, mejor viviremos y más riqueza habrá. Pero la estadística nos enseña que en los últimos quince años el número de empleos no ha ido en aumento y en cambio el PIB habrá crecido un 60% en términos nominales.
La perversión del sistema vigente de contabilidad puede llegar a extremos insólitos. Es el caso del gravísimo terremoto de 1994 en Kobe (Japón). Alguien con autoridad pronosticó un impacto positivo con la reconstrucción de la zona de Kobe en el producto interior bruto japonés. Al cabo de pocos días empezó a subir la bolsa de Tokio. Tenemos un sistema de medida que permite afirmar que es bueno para la economía que haya destrozos.
Sin ir tan lejos, aquí en casa, el "sistema" establece que los accidentes de tráfico tienen globalmente un impacto positivo en la economía del país, puesto que dan trabajo a aseguradoras, a mecánicos, a médicos, a funerarias, etc.
...y otras vacas sagradas
En segundo lugar del ránking de las vacas sagradas de la economía aparecen otras variables socioeconómicas. La inflación, el déficit público, la deuda pública acumulada, la productividad,... Todos estos parámetros tradicionales miden la situación de un sistema desde un único punto de vista, prescindiendo de los demás factores.
Parece razonable pensar que a los indicadores macroeconómicos tradicionales les podríamos añadir otros de carácter ecológico y social, para medir la sostenibilidad del sistema. Algunas propuestas de nuevos indicadores podrían ser, a partir de las sugerencias incluidas en los informes de "La situación en el Mundo" del Worldwatch Institute, los que se indican a continuación:
  • Utilización de fuentes energéticas renovables
  • Indicador de eficiencia energética
  • Materiales reciclables
  • Residuos industriales
  • Crecimiento poblacional
  • Superficie sostenible
  • Transporte sostenible
  • Biodiversidad
  • Desigualdad social
  • Paro
  • Precariedad laboral
  • Integración étnica

Economia Ecológica

ECONOMÍA ECOLÓGICA
La economía ecológica es una rama de la teoría económica, también conocida como teoría del desarrollo humano o economía del bienestar natural, que asume una relación inherente entre la salud de los ecosistemas y la de los seres humanos. En ocasiones se menciona como "Economía Verde", y se encuentra en amplio contraste con otras escuelas de pensamiento en el seno de la economía. Los economistas verdes suelen tomar con frecuencia posturas más radicales que las que se encuentran entre la más convencional economía ambiental con respecto al crecimiento económico.

El argumento primario de la economía ecológica que la separa de la teoría económica previa podría resumirse en la asunción de la economía en sí misma como un subconjunto estricto de la ecología, ya que esta última analiza las transacciones de materia y energía de la vida sobre la Tierra, y la economía humana está por definición contenida en este sistema. A la cabeza de las críticas de la actual economía normativa por los economistas ecológicos se encuentra su aproximación a los recursos naturales y el capital.

Los análisis desde el punto de vista de la economía convencional y ambientalista minusvaloran el capital natural en el sentido de que es tratado como un factor de producción intercambiable por trabajo y tecnología (capital humano). Desde la economía ecológica se argumenta que el capital humano es complementario al capital natural, en lugar de intercambiable, ya que el capital humano se deriva inevitablemente del capital natural de una u otra forma. Rechaza la visión procedente de la economía energética de que el crecimiento del insumo energético en un sistema dado esté relacionado directamente con el bienestar -mediante estudios empíricos sobre la Paradoja de Jevons, o refutaciones teóricas de la hipótesis neoliberal ortodoxa de la Desmaterialización de la economía, centrándose en su lugar en el manejo de la biodiversidad y en la creatividad - o el capital natural y el capital individual, en la terminología en ocasiones adoptada para describirlos económicamente.

El origen de la economía ecológica como un campo específico per se se atribuye al ecologista y profesor de la Universidad de Vermont Robert Costanza, quien fundó la Sociedad Internacional para la Economía Ecológica y llevó a cabo gran parte de la investigación fundacional desde la Universidad de Maryland. Su colega de la Universidad de Maryland Herman Daly ha contribuido de forma significativa a su desarrollo. Los precursores intelectuales de la Economía Ecológica pueden rastrearse en gran parte en la economía política, un refinamiento de la temprana teoría económica que incluye entre sus primeros investigadores a Thomas Malthus, David Ricardo, y Karl Marx. El profesor David Harvey fue uno de los primeros en incluir explícitamente preocupaciones ecológicas a la literatura económica. Este desarrollo paralelo en economía política ha sido continuado por analistas como el sociólogo John Bellamy Foster.

Una consecuencia esencial, resaltada desde la economía ecológica, derivada de la naturaleza de los objetos económicos es que las medidas de la actividad económica o del bienestar (PIB o RN) sólo tienen encuenta una porción de los objetos existentes; aquellos que son reproductibles, intercambiables y apropiables.

Así, la primera conclusión a sacar es que la economía ecológica rechaza la utilización del PIB como indicador del bienestar y que la economía formal solamente se ocupa accidentalmente de las funciones vitales de la naturaleza, solo en la medida que cumplan los tres requisitos señalados.

Efectivamente, los economistas tradicionalmente incorporan la naturaleza dentro de su función de producción de dos formas distintas: o bien bajo la categoría de tierra o bien bajo la categoría de recursos naturales.

La tierra, obviamente, es apropiable e intercambiable pero no reproductible, a pesar de incumplir con la tercera de las condiciones la tierra es considerada un objeto económico. ¿ Cómo se soluciona esta paradoja? Quienes así proceden consideran a la tierra en sentido ricardiano, esto es, la tierra es inconsumible, no se deprecia con su uso. Proceder de esta forma es totalmente arbitrario pues la evidencia nos dice que la tierra se puede perder irremediablemente: las pérdidas de tierra por la construcción de infraestructuras es un caso desgraciadamente presente en la actualidad, o la pérdida de tierra fértil por prácticas agrícolas nocivas son ejemplos suficientes que demuestran la consumibilidad de la tierra.

Por otra parte, la incorporación de la naturaleza en el proceso de producción mediante la categoría de recursos naturales acarrea problemas cuando consideramos los recursos no renovables que, claramente, incumplen el tercero de los requisitos. En este caso, además, no es posible equipararlos al concepto de tierra pues, por definición, los recursos no renovables se consumen con su uso. ¿Cuál es la solución en este caso? Considerar, de una forma nuevamente arbitraria, que el agotamiento de cualquier recurso natural nunca será un problema económico grave pues el hombre, mediante el progreso técnico, podrá suplir cualquier escasez.

A partir de estas consideraciones iniciales debemos preguntarnos sobre cual es el proceder de la economía en la asignación de los recursos. La economía es la ciencia de los precios y su formación consiste en que los individuos, con sus dotaciones respectivas, acuden al mercado y expresan sus preferencias formándose los precios de equilibrio cuando la oferta coincide con la demanda. De este proceder general podemos reflexionar sobre tres cuestiones.

La primera hace referencia a que aquellos individuos que no tienen dotación monetaria alguna no pueden acudir al mercado y, si nadie lo remedia, se morirán de hambre. Esto es, el intercambio se producirá no en función de las necesidades que tenga el demandante sino solamente cuando su demanda esté respaldada por divisas. Los excedentes agrícolas producidos por la política agraria comunitaria (PAC) son un ejemplo oportuno.

La segunda cuestión hace referencia directa al objeto de este artículo: los recursos no renovables pueden ser utilizados en la actualidad, o pueden ser consumidos por generaciones futuras: esto es, un barril de petróleo consumido hoy significa un barril menos para mañana, o lo que es lo mismo, nuestro consumo actual tiene que ver con el consumo que puedan hacer los agentes futuros pero, dado que aún no han nacido, esos agentes no pueden acudir al mercado a expresar sus preferencias por ese recurso no renovable del cual dispondrán, o no, en función de la ética de la presente generación. ¿Cómo resuelve la economía este grave problema ontológico? Pues otorgando a la demanda de las generaciones futuras un peso determinado a través de una tasa de descuento.

La economía y el mercado operan normalmente con tasas positivas considerando, así, que la riqueza del futuro es menos importante que la riqueza del presente. La cuestión no es "acertar" sobre cual es la tasa de descuento óptima sino modificar la operatividad de la economía en el sentido de que el economista se convierta en historiador de la tecnología (la demanda futura dependerá mucho de cual sea el estado de la técnica), en filósofo moral y sociólogo (se debe conocer como se forman las preferencias.) Mientras, el mercado será un "óptimo" asignado

Finalmente, si llevamos al límite extremo el individualismo metodológico y enfrentamos la cantidad limitada de combustibles fósiles, por ejemplo, con toda la demanda que se generará hasta que el sol deje de brillar, dentro de 5,000 millones de años, el resultado serán precios infinitos, vetándose su consumo actual. Esta solución sería consecuencia de aplicar una metodología, la individualista, que persigue la maximización del beneficio en el corto plazo a problemas que afectan a toda la humanidad en los que está en juego la supervivencia de la propia especie humana. En relación con esto es posible realizar una nueva pregunta: ¿En razón a qué lógica los precios del petróleo, del cual existe cada vez una menor cantidad, tienen tendencia descendente en los últimos años?

La respuesta a la pregunta formulada debemos buscarla en las relaciones de poder, en el orden económico internacional vigente. Galeano lo explica formidablemente; los impuestos occidentales que gravan las materias primas importadas del Tercer Mundo superan al precio pagado al productor

1) La primera asimetría es que la componente terrestre es una existencia mientras que la radiación solar es un flujo. En teoría, los hombres podrían utilizar en un único período de tiempo todo el stock de recursos terrestres; sin embargo, no ejercen ningún control sobre el flujo solar, estando impedidos para usar ahora el flujo del futuro. En cambio, las existencias futuras de recursos terrestres están afectadas por el consumo que se haga en la actualidad.

2) Cada una de las fuentes de energía disponible cumple un papel específico. Mientras el stock terrestre permite elaborar todos los aparatos fundamentales para fines humanos que satisfacen las necesidades exosomáticas, la radiación solar es la fuente primaria, empezando con la fotosíntesis, de toda la vida sobre la tierra. Además, no existe a escala humana un mecanismo capaz de transformar energía en materia. Mientras que las generaciones futuras tendrán su parte inalienable de energía solar, sus existencias pueden estar a ser consumidas en la actualidad.

3) El stock de recursos terrestres es una fuente muy pequeña en comparación con la del sol. Mientras que la actividad del sol durará 5 mil millones de años, el stock de recursos terrestres es equivalente a únicamente unos cuantos días de energía solar (cálculos optimistas cifran en dos semanas la equivalencia entre todas las reservas de combustibles fósiles y la radiación solar llegada al planeta.)

4) Desde el punto de vista de su uso industrial, la energía solar presenta una importante desventaja respecto a la energía terrestre: ésta se encuentra disponible en forma concentrada mientras que el uso directo de la energía solar no es sencillo. El flujo de energía solar no se acumula en ningún sitio a partir del cual pueda ser utilizada de una forma concentrada.

5) La principal virtud de la energía solar es que su uso no causa contaminación adicional: esto es, los rayos solares que no son utilizados se degradan inexorablemente. Sin embargo, de ser usada en un lugar distinto a donde fue recogida el clima de ese sitio se vería afectado.

6) La supervivencia de todas las especies terrestres y acuáticas depende, directa o indirectamente, de la radiación solar. Sólo los hombres y las mujeres, a causa de su adición exosomática, dependen también de los recursos minerales

En la medida en que ambas son las fuentes principales de energía disponible y que presentan tan grandes asimetrías, Georgescu-roegen afirma que como consecuencia de la fuerte presión ejercida sobre el stock de existencias terrestres, debido a la moderna fiebre del desarrollo industrial, así como a la necesidad cada vez más urgente de reducir la contaminación ambiental y de hacerla menos dañina, lo que supone demandas adicionales de esas existencias, el hombre debe redoblar sus esfuerzos para encontrar la forma de utilizar con una mayor intensidad las radiaciones solares.

Afirma, además, que al no existir coste de anulación del daño irrecuperable o coste de reversión del agotamiento irrecuperable (proceso que padece el consumo de materiales en virtud de la Ley de la Entropía, tal y como vimos en el apartado anterior), son necesarias las regulaciones cuantitativas; esto es, establecer cantidades máximas a utilizar de recursos no renovables y de emisiones al ambiente. Hasta donde sabemos, este autor no profundiza en esta cuestión. No obstante, defiende que "lo más que podemos hacer es prevenir cualquier deterioro innecesario de los recursos y del medio ambiente, pero sin pretender que sabemos lo que significa exactamente innecesario en este contexto".

Más allá del simple mantenimiento de una diversidad genética y cultural, esta nueva racionalidad apunta hacia un proceso de complejización de la organización productiva. De esta forma, este proyecto social se opone a las tendencias históricas que tienen determinado la uniformización ecológica, cultural y tecnológica de los pueblos y la unificación positivista del conocimiento, que han sido necesarios para elevar la productividad económica dentro de la racionalidad capitalista de producción.

Un proceso productivo construido a partir de una visión de este tipo
conduce necesariamente al análisis de las condiciones ecológicas, tecnológicas económicas, culturales y políticas que hagan factible un aprovechamiento transformación de los recursos naturales orientado a maximizar el potencial productivo de los ecosistemas (en función de su productividad primaria, de su capacidad de carga, de sus condiciones de resiliencia y sus arreglos productivos que determinan sus tasas ecológicas de explotación) y a minimizar el consumo de recursos no renovables así como la descarga y acumulación de productos, subproductos y residuos de los procesos de producción y consumo.

Para hacer operativos estos conceptos generales es posible enumerar una serie de indicadores del desarrollo sustentable en estrecha conexión con las regulaciones cuantitativas a que nos referíamos anteriormente al citar a Georgescu-Roegen:

1) Para los recursos renovables, la tasa de cosecha no debería exceder a su tasa de regeneración.
2) La emisión de desperdicios no debería superar a la capacidad asimilativa del ambiente.
3) Para los recursos no renovales el indicador es más difícil de establecer. En la ausencia de perfecta sustentabilidad entre recursos renovables y no renovables, el consumo de estos últimos difícilmente puede ser compensado mediante la creación de substitutos renovables. En este caso, la regla debe ser su conservación.

En el caso en que la substitución sea posible, los recursos no renovables deben ser explotados a una tasa que no supere a la de creación de substitutos renovables. De ser esta la opción, la regla número 1 debe ser modificada en el sentido de que las tasas de cosecha de los recursos renovables deben ser mantenidas por debajo de las tasas de regeneración en una amplitud necesaria para compensar el agotamiento de los recursos no renovables.

Criterios de valoración agroecológica

En la actualidad, como consecuencia del dominio de un modelo de desarrollo excesivamente economicista, únicamente se utilizan variables monetarias para "medir" la viabilidad de las actividades económicas, en general, y de las rurales en particular. De esta forma, para decidir sobre la viabilidad de un sistemas de gestión se tienen en cuanta aquellos bienes y procesos que son objeto de transacción mercantil. El hecho de que los ingresos superen a los gastos y que esa diferencia suponga una tasa lucrativa respecto a la inversión realizada es suficiente para defender la persistencia de una actividad económica.

Sin embargo, desde la economía ecológica se defiende la utilización de mayor información para decidir en uno y otro sentido. Obviamente, la viabilidad económica, tal y como tradicionalmente se entiende, es una variable fundamental que condiciona la actuación de los agentes económicos.

Sin embargo, no debe ser la única. Pues bien, desde la economía ecológica todo sistema productivo agrario puede y debe ser analizado a través de un conjunto de 5 propiedades.

1.- La productividad.
Lo primero que debemos reseñar es que la productividad puede ser medida en diferentes unidades y que, en función de las unidades elegidas, tendremos un resultado u otro. Por ejemplo, podemos estar delante de un sistema de gestión de recursos altamente remunerador en términos monetarios pero que suponga una utilización ineficiente de los recursos energéticos o que sus rendimientos, medidos en unidades de masa, presenten tendencia decreciente. En consecuencia, dependiendo del tipo de unidades que utilicemos podremos calificar a un sistema de gestión de más o menos productivo.

En general, podemos decir que el objetivo es maximizar la productividad del factor más escaso.
Desde la perspectiva de la economía ecológica se defiende la utilización de unidades físicas para medir la productividad de los sistemas rurales pues ese tipo de unidades son, por definición, invariantes en el tiempo y en el espacio y no están sujetas a apreciación humana. Esto no significa que se rechacen frontalmente las unidades monetarias.

Vamos a comentar, a continuación, algunas de las iniciativas más interesantes que trataron de medir eficiencias no convencionales. Un ejemplo, ya clásico, son los balances energéticos; trasladando a unidades energéticas todos los inputs y outputs, con costo de oportunidad, y comparando sus cuantías se llega a la conclusión de que la modernización agraria estilo revolución verde conduce a la pérdida de eficiencia energética: esto es, mediante la aplicación de variedades de alto rendimiento, mediante la sustitución de métodos tradicionales de gestión por modernas tecnologías estamos, por así decirlo, comiéndonos el petróleo.

La metodología de los balances energéticos presenta un problema y es que no distingue entre la procedencia de los recursos. El coste ecológico propuesto por Punti29, definido como la cantidad de recursos necesarios para obtener un producto dado nos permite tanto distinguir entre recursos renovables y no renovables como comparar la velocidad de consumo de recursos con el ritmo de los ciclos naturales de producción de esos recursos.

De esta forma podremos conocer el balance de las existencias o las variaciones en la velocidad de consumo de los stocks de recursos. Punti llega a resultados patéticos: de los años 50 a los años 70 la agricultura española multiplicó por  la velocidad en el consumo del stock de recursos accesibles.

Podemos decir, para concluir, que el objetivo debe ser maximizar la productividad de los ecosistemas (será aquella que garantice la rentabilidad económica del sistema de producción mediante un consumo reducido de recursos no renovables, de tal forma que se cumplan las reglas 1 y 3 apuntadas en la sección anterior) no mediante la utilización de cantidades crecientes de insumos de producto (nuevos y caros recursos: abonos industriales, pesticidas, variedades de alto rendimiento, etc.) sino mediante nuevos insumos de proceso (cambios estructurales en los ecosistemas, asociación de cultivos, rotaciones, etc.)

Por ejemplo, el control e plagas mediante plaguicidas (insumo de producto) exige la aplicación reiterada de los mismos para mantener los niveles de productividad. En cambio, mediante la introducción de agentes biológicos que alteren permanentemente las características intrínsecas del sistema (insumo de proceso) podremos garantizar continuamente elevados niveles de productividad.

2.- La sustentabilidad.

La sustentabilidad, desde la perspectiva de la economía ecológica, puede definirse como la capacidad que tienen los sistemas productivos para mantener a lo largo del tiempo sus niveles de productividad cuando son sujetos a una presión o perturbación. La diferencia entre ambos elementos distorsionadores radica en el grado de productividad. La presión es una distorsión regular y continua a la oque están sometidos los sistemas productivos (agroecosistemas, en nuestro caso).

Deficiencias del suelo, toxicidades o crecimiento de la deuda son ejemplos de este tipo de distorsión. La perturbación, por su parte, es una distorsión irregular, infrecuente e impredecible tal como una repentina devaluación (dificultaría la importación de abonos inorgánicos, por ejemplo) o una inundación.
Un sistema productivo será sustentable cuando esté dotado de abundantes mecanismos internos para recuperar la senda de desarrollo anterior a la actuación del elemento distorsionador.

3.- La estabilidad.

Es definida esta propiedad como la constancia de la producción bajo un conjunto de condiciones económicas, ambientales y de gestión cambiantes. Por una parte, existen presiones ecológicas que son datos para los productores (régimen de lluvias, temperatura, etc.) y no es posible su modificación.
En otros casos, la estabilidad de los sistemas productivos si puede ser modificada mediante la elección de determinados cultivos o estrategias de manejo que mejores la capacidad de esos sistemas para superar determinadas tensiones.

3.1.- La estabilidad de gestión. Se deriva de la elección de las tecnologías mejor adaptadas a las necesidades y recursos de los agricultores.
3.2.- Estabilidad económica. Está asociada con la capacidad de los agricultores para predecir precios de mercado y adaptar sus cultivos y estrategias a los mismos con el fin de sostener su renta.
3.3.- Estabilidad cultural. Depende del mantenimiento de la organización y contexto socio-cultural que creo el sistema productivo a través de generaciones.

4.- La equidad.

Igual que para las anteriores propiedades, no existe una única aceptación del concepto de equidad. Bien podemos concebir la equidad en el sentido de cómo de ecuánime es distribuida la productividad de un sistema entre sus beneficiarios humanos. También es posible definirla diciendo que es alcanzada cuando un sistema productivo puede hacer frente a elevaciones de la demanda de alimentos sin que se incremente el costo social de producción.
Bien es sabido que en la actualidad los sistemas de gestión no incorporan esta variable. Sin embargo, ya a principios del presente siglo había una corriente económica que defendía la necesidad de que junto a la productividad se instaurasen criterios de equidad en la asignación de los recursos productivos.

Tiene que ver con el grado de integración de los agroecosistemas, reflejado en el movimiento de materiales, energía e información entre sus componentes y entre el agroecosistema y el ambiente externo, y también con el grado de control de esos movimientos.

Así, la autonomía de un sistema de producción descenderán en la medida que se incremente la necesidad de acudir al mercado para continuar la producción.
Debemos decir, para acabar con esta introducción a las aplicaciones agrarias de la economía ecológica que estas propiedades no son independientes unas de otras. Esto es, si bien el objetivo es alcanzar sistemas de producción que sean simultáneamente productivos, sustentables, estables, equitativos y autónomos existen incompatibilidades entre esas propiedades. Para alcanzar alta productividad se debe sacrificar una parte de la sustentabilidad: sistemas altamente estables pueden gozar de falta de equidad, etc.